Buenos días, o buenas tardes, o buenas noches

Saludos. El presente blog busca funcionar como plataforma para dar un acceso libre y gratis a mi obra. Para quienes les interese pueden visitarlo periódicamente, pues semana a semana voy a subir nuevo material.
Se agradecen los comentarios y la difusión.

miércoles, 3 de marzo de 2021

 

Cartografía de fuego

 


Podías encontrar la música interna de las piedras

dejando caer una gota de agua

a la altura e instante propicio de la noche.

Las piedras solo despiertan al silencio nocturno.

Esa era tu labor

tu ánima se refulgía de vientos subterráneos

cuando ya cansado de estos y aquestos parajes

no reconocías ningún faro en la niebla

ni había medio-día alguno que te haga vacilar

por este mundo o el otro.

 

Me dijiste: las piedras tienen un nombre oculto

reservado para el implacable juicio del polvo

luego te fuiste

por esos senderos de raíces

            Una piedra negra

            sobre el agua

            solo produce silencio

            más abajo la lengua se invierte

            y acaba como esas brasas ocultas en el musgo

            listas para la lumbre.

 

Los senderos del silencio

tejen el peligro del presente

la disolución absoluta de los gestos

ese lenguaje tan profundo

por el cual pocos descienden

 

Hay un rincón en especial para ti, decías,

no es la marca de nacimiento

ni la palabra que pueblas quien te lo depara

está en la ausencia de tus sentidos

la cartografía de fuego

donde encontrar esa lumbre

que de lleno te volverá morada.




sábado, 7 de marzo de 2020

A orillas de este río





He visto los días desaparecerse
en la luz mortecina de un azul antiguo
la gente bailar frenética
al ritmo de la celebración constante
pues la vida es una fiesta fluorescente
feroz hasta la médula de la tierra
y velozmente se dirige hacia el muro.

Músicos deambulan por las esquinas del tumulto
y pierden su sombra en la periferia.
La ciudad era una fiesta
espectáculo multicolor como esa cuequita publicitaria,
en un ritual nos retiramos más lejos del borde
a tejer el silencio sobre nuestras huellas
y contar lentamente las cuentas de agua que se quiebran en nuestros dedos
tu fingiste el miedo para sentirte medio viva
al fondo se escuchó un murmullo
a lo lejos el mundo como musiquilla ajena.

Este río no nos pertenece más
los adoquines desperdigados dibujan nuestro tormento.
Este nombre es sagrado y oculto.
El grito furioso es sagrado.
Nuestro y sólo nuestro
fuego transparente que llena las venas.
He visto los días caer como precipicios
inútiles amontonar en la cloaca de este país
odiarlo como a un cadáver que en paz descansa sin haber pagado su derecho a ser cadáver.
Lejos del mundo
sentados a la sombre de este árbol que no nos pertenece
vemos pasar las constelaciones de sonidos
de un mañana del ayer
tomaste mi mano con furia hasta hacerla sangrar
una gota sobre esta lluvia que no nos pertenece
ríos púrpura por la avenida
y la ciudad en llamas sobre el claro horizonte del ayer.

He escuchado en el subsuelo
una triste musiquilla
que se va perdiendo por ahí por ahí.
Tú soltaste el último respiro
antes que caiga la cortina programática
de un país lejano sin nombre
de una calle pérdida
de una casa de ayer
olvidada hace tiempo.

En la frenética velocidad de los días
El mundo suena a lo lejos, como una oxidada rueda
yo no sé si hay algo más que precipicio en ese canto de luz
una a una las gentes salen a llenar lo que siempre fue suyo
mañana va a llover
y hoy se hace tarde

He visto las trampas del devenir
lentamente avanzar con su podredumbre.
Los huesos como astillas arrancar la carne.
El mundo suena a lo lejos
a orillas de un río que no nos pertenece.
Y quebraron sus rodillas en el pavimento caliente.
Y pasaron por encima.
Y solté las aves de mi cerebro
ese vuelo azul revoloteando en los cabellos.
Una voz se desangra en las lindes de la ciudad.
Avisele por carta que ha nacido
y esta mañana ha de quedarse

El mundo suena a lo lejos.
Y tú levantaste la mirada
a orillas de este río que no nos pertenece.
El nombre aquél
jamás habremos de olvidar.





lunes, 6 de enero de 2020

La carcoma



El tiempo es otra dimensión cuando observas la altura de una araucaria balancear al viento de sur como una ventana que abre los puentes subterráneos, que secuestra la mirada hacia los rincones de tierra donde los pequeños animales tejen su universo microscópico. Oímos una huella, vemos un crujir de pisadas, quizás un ciempiés que pasa en zigzag y es conductor de las locomotoras interiores hacia el centro de los bosques, nos hace llevar el pensamiento hacia ese espacio sin vacío donde todo es comunión, lo vemos escabullirse por los pasadizos de un tronco, precioso regalo de multiversos petrificados y orejas intergalácticas con su sabiduría de arbolea que deja cobijar los huevos de la carcoma: constructora de las carreteras interiores de los árboles que van conectando con la raíz del agua subterránea, pensad en la carcoma, en las galerías infinitas del cuerpo, en el río correr por la carne.

Cantar al gusano mágico que nos devuelve a la tierra. Pensar en el río que solía correr subterráneo bajo el perenne susurro del viento entre los árboles. El gusano es un río que parte de tus vísceras y se multiplica hasta tejer todo el subsuelo.

jueves, 19 de diciembre de 2019

Los tejidos del aire




Una historia no debe comenzar con una pregunta, como por ejemplo preguntarse cómo comienza la historia cuando el punto de inicio se pierde en las variables del recuerdo, y al igual que los sueños se ubica en un punto sin saber a ciencia cierta cómo se ha llegado allí. Así de pronto a partir de una idea se comenzaron a edificar otras ideas y luego sucesivamente imágenes, susurros, arrullar entre laberintos, escombros de telas y tejidos que se entrampan en el ramaje subacuático de las lindes del bosque. Un tejido es una estructura fósil en la cual se solidifican todos los sonidos emitidos en el proceso de su confección, ser un tejido de silencio es dar una forma molecular a la lana muy distinta a ser un tejido acompañado de un relato o de una composición musical determinada, no es lo mismo vestir de silencio que vestir de música o vestir de narración.
En esas cavilaciones me encontraba al amanecer mientras el sol comenzaba a evaporar el rocío del jardín, y allí recostado entre el pasto a media altura podía ver el vapor nublar mi vista, el cielo se fue atenuado por este vapor de rocío cuando de pronto una música me sustrajo en su tamborileo declamar y sin previo aviso se produjo la explosión de mis demás sentidos. El primero en activarse fue el olfato, el cual se fue penetrando de sensaciones ácidas y asfixiantes, hasta que de pronto mi vista comenzó a sentir un picor extraño e inexplicable, no sé de qué forma mi vista y olfato se abrumaron de sensaciones.
El aire, fuera de su humedad, se encontraba en absoluta pureza, sin embargo mis compuertas de la percepción decían lo contrario al punto de que mi entorno se comenzó a enrarecer, luego de que el vapor se volviera cada vez más denso hasta parecer una humareda que impidiera ver en cualquier dirección, se agudizo la sensación agobiante al paroxismo, en el cual mi audición también se vio afectada, ya no era una armónica tonada lo que ingresaba por los laberintos de mi oído interno, ahora eran proclamas y estallidos constantes.
Un viento vino a despejar la densa humareda y los edificios se dejaron ver, junto con el pavimento y la multitud de gente, una inevitable turbación me llenó los sentidos, comencé a correr sin una dirección clara, queriendo abrir el aire hasta entrar a esa idea primigenia que pudiese desbaratar todo este espacio en ciernes, pero la historia ya se ha vuelto una rama torcida desde hace tiempo y quebrar el espacio-tiempo del devenir sostiene una resistencia de acero, más no dejo de irrigar ácido a mis articulaciones para vencer la velocidad que permita rasgar el aire como una cuchillada de luz sobre la cual emprender vuelo al filo de la materialidad, más allá de los cuerpos que nos encierran, más allá de las proclamas que nos encapsulan, en el encuentro mágico donde el sí mismo no posea culpa del sí mismo, y nadie más transite su vida como una herida de no darse la libertad de ser.




miércoles, 29 de mayo de 2019

Habrás de navegar por ese frío




Te paseas por los pasillos como por un laberinto de personas.
Son nueve las habitaciones que se repiten en su cotidianeidad
en medio de la cual esa voz busca ser un crescendo
quebrando el tiempo del ser en este infierno azul de concreto

Una palabra flota
busca salir de esta niebla
con un sueño de rocas ahogadas
ruidos sordos que apagan la vista
masas en un silencio de precipicios.
De pronto, un nombre
que señala tal ruta:
La luna agrietada
gotea la sangre luminosa de la noche.

Habrás de navegar por ese frío
en medio de esa agua de carne bajo los paraguas fúnebres
has de escuchar ese paisaje
que el suave oleaje canta
el canto de un verso que quiere hacerse carne.

Hay que escuchar el canto de los pájaros estelares
y el murmullo del mar cósmico.
Abrazar la palabra como a un fuego
que transforme edificios e instituciones
en un agua metálica de grandes banquetes
dulce picor de vinos de otros ríos.




jueves, 9 de mayo de 2019

Fuego azul.





El oro de un fuego de otro mundo
ha iluminado este sino sombrío
viento que corta en el sueño su brío
como ave de un cielo desnudo.

Los que quisieron cantar bajo el puente
el canto de algún fuego ya extinto
rastro de la muerte de lo divino
eco azul del oro de otra fuente.

Todo ha de volverse color ruina
sombra que sobre la memoria ciernes
forzoso brío de la estirpe equina.

Cuerpo del tiempo sobre si se yergue
alta cumbre ni subsuelo esquiva
fuego azul inevitable vertiente.

martes, 30 de abril de 2019

Haiku


2
A quién ocultas
Bajo esos dos metros
Que te alejas.



5
Ave en lluvia
Que buscas primavera
Sueñas llover.



6
Tus ojos cierras
Que el breve sonido
Hiere la lluvia.



7
Los días detienes
Contemplando arboles
Ya deshojar.



8
Te buscas fuera
Que es otro espacio
En el adentro.



9
Ciudad lozana
Postal de un lugar
Inexistente.



10
Beben el vino
En las mismas escalas
De ríos de sangre.



12
Un ave canta
En la luz otoñal
Del abedul.



13
No ves otro mundo
Más allá de las rejas
Que te has puesto.



14
Del spleen pasado
Jeanne solo te queda
Sentir desprecio.

lunes, 8 de abril de 2019

Haiku



1
La lluvia canta
En el cántaro lleno
De universo.



3
Abre el puente
Ciervo blanco que sangra
Fuego azul.



4
Un perro ladra
En la noche no suena
Como un perro.



11
Solo nos queda
La honda soledad
De estar vivos.



lunes, 25 de febrero de 2019

El engaño de la luz.




Un pavo real despliega su corona
con mil ojos azules
que abren caminos hacia el bosque
a la oscuridad del jardín
donde los laberintos se ciernen a la luz de la luna.

Pequeños planetas orbitan los ojos
de galaxias extintas al comienzo de los tiempos
fragmentos suspendidos como polvillo a la luz de las lámparas
inasibles sustancias ya extintas
áridas como estudios de arqueología.

La velocidad de las estrellas su cartografía anula
como una muerte que se contrae
sobre sí misma.

Un pavo real se pasea por la azotea
entre viejos maceteros y colillas de cigarros
pierde sus plumas ante la tormenta

Hacia el interior de los pasillos blancos de esta casa
se escabullen gritos sordos
y cánticos sacros que buscan abrir el aire
como un prisma opaco:
bailes de ratas royendo los huesos
en rituales angélicos.

La realeza se sienta sobre los cipreses
e inspecciona sus marmoleados mausoleos
mientras goza en el suplicio
de un universo que se contrae
de una muerte que se cierne
como luz de luna
sobre el óxido de la lluvia.

Aflora la bestialidad en pulcros ropajes
y utensilios de disección
que irrumpen en la oscuridad de la carne
trazando un mapa de agonía
en las secretas habitaciones de subsuelo.

Hermosas ciudades emergen
como coloridos pavos reales
se ofrecen cual placebos
de un tiempo olvidado
de una rueda desenfrenada
que todo lo llena de precipicios.

Adviertes el engaño de la luz
el cemento, los bosques, sus laberintos
más avanzas por las mismas rutas
de vidas que se apagan como estrellas
imposibles de cartografiar.


lunes, 17 de diciembre de 2018

Aquellos que no te ven te hacen desaparecer




Desde niña te enseñaron a guardar las lágrimas
estar curtida ante el mundo
para el cual te has convertido en otra estadística
una desviación porcentual cuyo cálculo es despreciable.

Guardas esas lágrimas para el devenir
mientras cada día lunes
sales a pedir algo de alimento
y te distraes con furtivas escenas de juegos
para los cuales no hay tiempo
y no has sido convidada.

Rehúyes hablar de esas cosas
usas las palabras para esconder tu rostro
hasta desdibujarlo
y el niño que guardas en tu interior
te sonríe como un cadáver
perdido en un nombre que oculta tu nombre.

Como un ejercicio cartográfico
identificas la geometría de las calles
y los vicios que repletan la vida
mas tu habitas en la periferia
en los extramuros donde ronda la muerte
y la ciudad desaparece.




lunes, 13 de agosto de 2018

[el mundo se alejó con sus ruidos y fuegos]




El mundo se alejó con sus ruidos y fuegos.
En la periferia un sol azul nos cobijó
de rodillas bajo los puentes
vimos la lluvia barrer el barro
de los cuerpos ocultos entre matorrales.
Sonido de botas, golpes sobre la carne.

El sonido de las bocinas nos precipitó
más debajo de nosotros mismos
allí en el lenguaje de la penumbra
aprendimos los silencios del tiempo.

Expectantes escuchamos el amanecer
confiados salimos a los días de fiestas
por calles atestadas
creímos en la vana esperanza
de una luz que vino a quemarnos
como el aguardiente
regresando su vuelo desde las entrañas

Quedamos solos en el páramo de la historia
vagando en el borde, cayendo de rodillas
ante la luz escatológica de la ciudad
recluidos en habitaciones subterráneas
donde el mundo se aleja
y ya no nos perturba su velocidad
su estupidez ni su vana desesperación.





viernes, 22 de junio de 2018

[metódicamente sigo los movimientos proscritos]





Metódicamente sigo los movimientos proscritos
viviendo la vida de los otros,
esa proyección de sus temores y dudas.
A veces sueño
los sueños que me dicta
mi adorado verdugo
emerge entre las vísceras de un buey
victorioso e incólume
como un general triunfante
entre el desmembramiento de sus tropas.
Ante su acecho intento llevar mis capacidades más allá de su limite
hasta que el cuerpo y la mente se disocian
y se flecta al punto de quebrarse
como la noche herida por el rayo.

Los puertos en que he vivido
se superponen como una misma calle
donde he podido ser todas las personas
menos quien soy.
Las calles que conozco
de ese país de la infancia
me resultan insoportables.
Los semáforos que siempre me detienen
y las personas que muy compuestas se siguen unas a otras
ordenadas hasta la nausea
llenan la ciudad.

El arcángel de la niñez
ya no canta entre los oscuros rincones del cuarto
ni enuncia porvenires entre los sueños.
El polvillo recorre las habitaciones vacías
pobladas por espejos opacos
llenos de los rostros de este mundo,
lentos paisajes se pierden por las ventanas.
En el jardín abandonado
los rostros tallados han perdido su forma
y los senderos se han cerrado sobre sí mismos
ocultando la secreta casa de los juegos.

Entre ruedas que ya no giran
y muñecas a medio enterrar
un ciervo blanco muerde los pulmones
de los últimos cadáveres olvidados.




lunes, 11 de diciembre de 2017

Las estrellas son signos ausentes




Volvió a la vieja ciudad, ingresando por la avenida más ancha donde los niños juegan levantando el polvo, al costado el rio destellaba. Las calles, tal como antaño, seguían luminosas y cristalinas, mas su mirada poseía un gesto que se propagaba lentamente por su cuerpo, lo cual fijaba una pequeña sombra sobre sus ojos, de pronto el portal de la casa se volvió lúgubre y su vitalidad se desvaneció en la memoria como un rostro que lentamente se hunde en la oscuras aguas de una noria. La vida era la misma, en apariencia, pero alejada de aquellos signos que transmutaban la realidad, todo se había vaciado y ya no había profundidad posible en ningún objeto.

Un árbol se entrelazaba sobre sí mismo anudando su carne con fiera resistencia al viento de los años, las venas rugosas que recorrían su tronco reposaban en la sombra de las hojas que variaban su color según el movimiento del día, el viento hacía silbar las ramas como un enjambre de aves transparentes que parecían querer arrancar el tronco desde sus raíces, entre las ramas un pálido rostro pendiendo se mecía al compás de las hojas, parecía detenido en esa tenue sombra donde la violencia del mundo era incapaz de entrar.

Ya nadie tiende una mesa por mí
ni las copas se llenan
por otra cosa que no sea lluvia.
Días jubilosos
pasan deformes entre el humo de la memoria.
En las postrimerías del ayer
un caballo rojo baja por el riachuelo
hasta tocar la noche del océano.

Una niebla cubre la desembocadura del río
desde lo alto de la casa se oyen graznidos de animales
que agonizan en algún lugar perdido del bosque
el barro parece elevarse
y formar extrañas figuras que trepan por los arboles
un agujero se abre en el aire
como una mancha perturbadora la luz quiebre la realidad
destroza la suave quietud de los días.
Nada volverá a estar conectado
en el derrame de luminosidad las cosas pierden su sustancia
los cuerpos se inundan de una profunda soledad al impregnarse de vida.

La geometría de las estrellas
se expande en la silenciosa mecánica de nuestro interior
ambas frágiles como la escarcha en el cristal
y difusas como las sombras en un día de lluvia,
hace preferir el azar a la matemática celeste.

Es necesario sumergirse bajo las cortezas de las cosas
en lo profundo de ese mineral acuoso
que vibra con la música de las estaciones
cuyos brotes de sangre
arrastran el cuerpo
y se evapora en un sopor.

El cabalgar del fuego sobre las ciudades
hace brillar impetuoso el mar nocturno.
Nadar mar adentro hasta que el oleaje haga desaparecer el mundo
y el frío borre la huella de los sentidos,
burbujas de aire estallan en el manto sereno del océano
como metal filoso
van cortando la garganta
hasta hundir la boca en un perpetuo silencio.

Ya he conseguido olvidar mi nombre
entre los desiertos del día
y los espejismos de la vida
una cuerda floja me sujeta
a esa piedra que adoro
la abrazo con sus espinas
vierto mi sangre sobre su carne metálica
y me dejo deslizar
con una complacencia
similar al rostro oculto
de quien camina al patíbulo.

El problema siempre residió en poder
colocar algo en el tiempo para que lo llene
mover frenéticamente la mirada
entre destellos y claroscuros
dejar pasar cada suceso de forma incompleta
como las copas que se despedazan,
saciarse con los fragmentos
restos de una ciudad imaginaria
que nos persigue
con su olor a madera húmeda
con su arquitectura inaccesible.

La matemática y arquitectura del todo
se encuentra inscrita en la secreta mecánica de nuestro interior
ambas tan frágiles como la escarcha en el cristal
y tan difusas como las sombras en un día de lluvia.
Se han cortado las amarras
y la percepción ha perdido su profundidad.
El azar se impone a la matemática celeste
no hay tejido sobre los cuerpos
solo signos aislados
solitarios en la gran sinfonía oscura
que se derrama en el silencio
del nocturno océano.
También mar adentro corren ríos
que regresan sobre el camino
y se tejen sueños
restos de naves prometidas
que jamás llegan a orillas del mundo.