Buenos días, o buenas tardes, o buenas noches

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viernes, 30 de octubre de 2015

Un cuerpo ajeno se nos susurró al oído.



Había que arar la tierra
Para que el fruto caiga nuevamente
Y el mundo condujera su máquina por el carril que le es propio
Pero ay, como es esta obstinación de recoger accidentes
Objetos desperdigados por el espacio sin tiempo
Andar todo el día cavilando una idea
Dando una imagen solida a un fantasma
Es que de eso hablamos siempre, de subsuelos
Por encima perros rabiosos guardan su trozo de realidad orinada
Y hay que saber medir la propia huella
Antes de pararse muerto de miedo frente a un espejo
De eso hablamos siempre
De ese juego macabro al que de niños nos vimos arrastrados
Y no se nos dijo del cómo ni el cuándo
Sólo nuestro cuerpo fue mutilado y vestido
Administrado con violenta burocracia
Dado de alimento a los grandes señores
Cuya elegancia superior se regocija
De embetunarse en la putrefacción de los cuerpos.


miércoles, 14 de octubre de 2015

Reverberancia.




Esa fiebre que inmoviliza y traspasa todo el cuerpo
hasta dar la profundidad en que lo otro se amalgama al uno
en un estado intermedio el devenir es eyectado del espacio
y no hay acción ni promesa de sucesos
solo el tiempo que se desliza como un cauce de lava quemando la horizontalidad del cuerpo
el cuerpo, porque todo es cuerpo, se tensa hasta casi destruirse
sus extremidades se conectan con cada lugar del mundo
y el sufrimiento le desborda la sensibilidad del cuerpo.

Tus secretos y oscuros crímenes emergen para reclamar su memoria
al principio las imágenes concurren de forma vertiginosa
luego, luego queda el vacío tras la mente
la constante inactividad hace del dolor la única medida del tiempo

un último rostro, una voz, se pierde tras las brumosas aguas de la memoria.



viernes, 2 de octubre de 2015

Epitafio CCLX




Me van a matar
me van a martillar la respiración hasta aplanarla en un vacío
me van a sepultar las palabras con sus silencios
me van a cubrir de noche las hojas
y las noches me van a cubrir de noche con su blanca luz de mañanas.

Me van a extirpar el ojo, el oído, la piel, el sentido del sin sentido
y así me harán saltar desde un muelle
hacia la profusa sábana amarilla
que se subyuga al dictamen de la matriz.

Me van a cortar la soga del cuello
y me van a dejar cojo sobre el cemento.

Me van a cocer la sangre
hasta que su vapor cubra la curvatura del cráneo.

Me van a sepultar con la tacha de mi nombre

con el rostro sin rostro.