Desde
niña te enseñaron a guardar las lágrimas
estar
curtida ante el mundo
para
el cual te has convertido en otra estadística
una
desviación porcentual cuyo cálculo es despreciable.
Guardas
esas lágrimas para el devenir
mientras
cada día lunes
sales
a pedir algo de alimento
y
te distraes con furtivas escenas de juegos
para
los cuales no hay tiempo
y
no has sido convidada.
Rehúyes
hablar de esas cosas
usas
las palabras para esconder tu rostro
hasta
desdibujarlo
y
el niño que guardas en tu interior
te
sonríe como un cadáver
perdido
en un nombre que oculta tu nombre.
Como
un ejercicio cartográfico
identificas
la geometría de las calles
y
los vicios que repletan la vida
mas
tu habitas en la periferia
en
los extramuros donde ronda la muerte
y
la ciudad desaparece.