Buenos días, o buenas tardes, o buenas noches

Saludos. El presente blog busca funcionar como plataforma para dar un acceso libre y gratis a mi obra. Para quienes les interese pueden visitarlo periódicamente, pues semana a semana voy a subir nuevo material.
Se agradecen los comentarios y la difusión.

miércoles, 29 de julio de 2015

Atardecer azul



Allá en el horizonte marciano
nuestros muertos deambulan
pesadamente arrastran sus sombras.

Un sol azul vierte su luz sobre el paisaje
y no hay siluetas, llanos, ni desiertos
solo un murmullo a lluvia ausente
a viento que no sopla.

Azul, azul, azul, se arrastran los caballos
por el polvo marciano del horizonte.





Arriba/Abajo



Un pie sostenido sobre el suelo

el suelo también puede ser sostenido por un pie.


Arena entre los dedos, arena entre los dedos.

Espinas de rosas entre los dedos, espinas de rosas entre los dedos.

Vidrio molido entre los dedos, vidrio molido entre los dedos.

Agua de mar entre los dedos, agua de mar entre los dedos.

Clavos que surgen desde la planta del pie y aparecen entre los dedos, clavos que surgen desde la planta del pie y aparecen entre los dedos.

Brasas encendidas entre los dedos, brasas encendidas entre los dedos.

Gotas de limón recalentadas por el sol de febrero entre los dedos, gotas de limón recalentadas por el sol de febrero entre los dedos.

Alcohol etílico entre los dedos, alcohol etílico entre los dedos.

Hojas de afeitar entre los dedos, hojas de afeitar entre los dedos.

Sal entre los dedos, sal entre los dedos.

Yo mismo entre los dedos, yo mismo entre los dedos.

Arriba mi rostro perlado de transpiración y extraviado de dolor mientras plácidamente me observo recostado sobre la sangre entre mis dedos, arriba mi rostro perlado de transpiración y extraviado de dolor mientras plácidamente me observo recostado sobre la sangre entre mis dedos.

El tiempo triangular puntiagudo entre mis dedos, el tiempo triangular puntiagudo entre mis dedos.





Arriba de mi nuca veo como una nube pasa, eso es todo lo que pasa bajo mi mirada.





Epitafio I



La imagen se resiste al olvido.
Ya se esfuma el sonido de la lluvia
cuando dejas de recordar
la voz del viento en el tejado, el olor del pan
a punto de quemarse en el horno.

No preocupes:
seguiremos atizando las brasas
alimentando de leños el fuego
preparando el café sobre la estufa.

La lluvia arrecia sobre la ventana
apagando la luz de la tarde
al fondo, un pequeño sonido de bisagras,
como un hielo que se resquebraja,
abre la puerta del aire.

El banquete se acerca
las mesas ya están puestas

a la sombra del abedul.





La costurera



También este poema es posible que sea una trampa, un escenario más.
Alejandra Pizarnik

Desnuda se sienta a zurcir
con hilos de plata y oro
une las telas como si cerrara una herida,
su desnudez le reduce
ante la fina figura
que se pasea por los pasillos del castillo.

Ella intenta recuperar un nombre
y piensa en las tediosas vidas de ciudad
en asistir metódicamente a un trabajo
pagar cuentas en largas filas
criar hijos como quien sigue un manual
vivir como quien esta pre-escrita.

En ese instante su mirada se cruza
con los oscuros ojos de Erzebet
y parecen coincidir en sus pensamientos.

Ambas se denuncian mutuamente
el deseo de tediosas rutinas
y el saber que todo lo que hacen es un acto
que ambas son presas de ese escenario.
  
Para evitar sospechas la condesa hace un gesto
voltea el rostro, los alfileres irrumpen la carne
del magullado cuerpo de la joven costurera
y la sangre cae desde sus pechos.

Allí, en el gran espejo se reflejan ambos rostros
el dolor desesperado de la sirvienta
la inmovilidad severa de Erzebet
son dos rostros de un mismo cuerpo
que se detienen como en un túnel
que viaja hacia un túnel
que viaja hacia un túnel
que viaja hacia un túnel
como un rezo inútil
la repetición que anula el tiempo.

La joven sirvienta de pronto entiende
la imposibilidad de asir las cosas, de asir la vida,
esboza una sonrisa tentando un mayor castigo.
En un lenguaje de silencios
que traspasa todo talismán,
Erzebet se siente comprendida por primera vez
y en un acto impulsado por el temor
besa los labios de la joven mientras le quita la vida.

Al sentir la tibia sangre caer por sus pálidas manos
ve recuperado su rol:
vuelve a ser eternamente el lúgubre castillo.





Piedra de agua



El viento multicolor que desborda la mente mientras las pastillas hierven en el estomago e impulsan su fragancia a través de la sangre en una ola que avanza con celeridad el tiempo.

Los orificios de los brazos por donde penetran como un miasma, como un vapor de hollín, las quemaduras de cigarro.

El ardor sobre la piel, los surcos fundados por la cuchilla hace un instante, que todavía mana pequeñas partículas de sangre.

El golpe de aire sobre los cuerpos que en una suspensión mental caen desde los rascacielos.

Los espasmos de las bocas que se inundan de agua y se mantienen en un limbo que busca resolverse hacia el fondo del mar.


Piedra de agua, geometría visceral que fragmenta el viento en abanico cromático, la perpetración de las casas, ventanas astilladas se abren como muelles y dejan naufragar la imaginación, una voz duerme tras el humo que consume las iglesias, la piedra de agua levita desde la columna, se posa tras los ojos, es la inundación cromática, el sonido de un ave que con su ala roza el silencio del océano. 





Reescritura de Puente de Madera de Ximena Rivera



Un ejercicio sobre la transparencia

1

Me siento en los roqueríos
a frotar las yemas de los dedos
hasta dejar pequeñas huellas de sangre.
Tú me observas rodar sobre mi mismo
y asfixiarme con palabras como quizás.

Se Demiurgo que lo disfrutas
tal como disfrutas ver los planetas girar
y te divierte arrancar a tirones la hierba
justo cuando comienza a disfrutar la luz del sol.

Demiurgo: te materializas en mares y ríos
para erosionar metódicamente mi cuerpo.

Tú transparencia
es tu más grande abismo.

2

El misterio de abrir
y traspasar cada puerta
o girar a tal o cual lado
dentro del laberinto
se encuentra en lo que sigue sucediendo
en la habitación recién abandonada.

3

El peligro del silencio absoluto,
de la reunión de todos los silencios,
es que el tiempo se estira
y todo se vuelve hacia un estar
por ello escribes sobre esta hoja
y luego borras lo escrito
para escribirla una y otra vez.

4

La repetición que me asignas
es el espejismo de la palabra posible,
la flor que surge cada primavera
en el mismo jardín
conoce de su imposibilidad
mas no deja de soñar volverse mariposa.

5

De forma imprevista
accidento el orden interno de las cosas,
nuevas siluetas aparecen en la memoria
y sin ninguna intención
algo deja de ser algo comienza a ser.

Me gusta tentarte
pues se cuanto odias el azar
y cuan preso estas de la rigurosidad.

Entonces te vuelves hacia mi
y me quitas un trozo de pasado
lo engulles con doloroso placer.

Pues, sabes Demiurgo
que mientras me fragmentas
me acercas un poco más hacia el fin
pero a la vez me reconstruyes
en el vasto océano oscuro
que es tu cuerpo.

Y aun que cambiamos
ambos estamos presos el uno del otro
y yo, siempre estoy,
a punto de liberarme.





Entre la espesura de un campo de maíz

El vapor que se eleva de mi café
se funde al instante con el aire.
Más es la duración de la nieve sobre la nieve
antes de absorberse en la vastedad del blanco sublime.
No así, el agua sobre el agua
la cual asume la desintegración de la palabra
agua. Caminar sobre las propias huellas en la arena
es aplastarse a si mismo
en un rastro de signos desgastados.

El cuerpo adquiere forma
en el río que contorna las pisadas,
es una comunión de elementos
demás cosas ocurren por consenso
-lo transitorio, lo fragmentario-
La herida que desborda al cuerpo humano
alguna tarde de otoño
en la que intento conmoverme con la caída de una hoja
entonces la contemplo en su perpetuo circulo
y de alguna forma se
de modo indecible
que al abrirse una y otra vez la misma puerta
no se extingue el misterio.

El árbol que se deshoja
será otro, el mismo
un estallido circular
piedra blanca piedra negra sobre el agua.

El rocío de alguna forma se convulsiona
como si centenares de capullos les guardase
para liberar en una efusión, en un silencio.
La bruma me rodea por completo
y puedo correr sin limite
como en un tiempo anterior
los contornos se borran
y todo es agua sobre el Agua.

Luego está el gesto
intentar tocar algo
para autentificar su realidad
pero nada real se deja tocar.

La luz devuelve las formas
en algún punto
sabemos del trozo de noche
del misterio y la belleza
solo trozos
líneas que devienen
en figuras
en acciones
arquitectura de signos
en la que nos hundimos
como se hunde un cadáver
en la espesura de un campo de maíz.




Los objetos que moran

Esta tarde en que la lluvia ha adelantado la noche,
como si hubiese retrocedido una estación el tiempo,
la gente ha apresurado su paso por las calles
ello me ha dado la sensación de lentitud
de números que se alargan
de manecillas que se arquean hasta disolverse sobre los edificios
toda esa relatividad desvanece los cuerpos
hace dudar si algo permanece
es como si todo se dejara imbuir por las cronologías.

Entonces entro a mi habitación como a una ciudad
mas como a un universo
es decir un caos que late,
lo ordeno nuevamente
objeto a objeto
me relaciono
como si finos hilos de seda
nos regresaran al lago de la memoria.

Vuelvo a habitar esta casa
cuando en un lenguaje de silencios
una pequeña muñeca rusa
hace emerger una más pequeña
y otra menor, como un fino acto de reproducción
ambos nos recordamos
y somos el instrumento del otro
ella se recuerda madero
yo me recuerdo otro
sombra mía
y debo hacer un esfuerzo:
mirar mis manos en su hendidura
como si algún agujero les rondara
con un letargo logro habitarme
desde los objetos que me circundan
viajo hasta mi.

Luego acomodo algunas fotografías
que mas por auto convencimiento,
que por convicción, las hago pertenecer
como si reescribiera el pasado
con otros pasados que desconozco
entonces reoriento los muebles
hacia una nueva cardinalidad
y aparecen figuras que llenan los espacios
como pequeños animales
aves de humo
que estallan contra las paredes de mi cuerpo
y se disuelven en mi cabeza.

Las casas se habitan por esos objetos
que devienen en lenguajes
en códigos sanguíneos
por ello las habitaciones de transito
tienen ese aire nefasto a nada
como las piezas de hospital
hasta que son espesadas
por sus ocupantes.

Yo por mi parte
siempre porto viejos juguetes en mis bolsillos
con los que hago girar los espacios
hasta apoderarme de sus rincones
de sus sombras
y me oculto
me hago arena
me hago agua
me hago casa
y me pueblo
como quien puebla una palabra
hasta volverla su nombre.





domingo, 26 de julio de 2015

Este cuarto también da al sur.



La forma que adoptan los objetos a la luz de una vela cuando la lluvia se ensaña contra el techo de lata

y sus sombras se ondean con la respiración entrecortada por el silencio irrenunciable que conecta las palabras

una nostalgia desteñida se cierne sobre los papeles acumulados en el borde húmedo del cuarto

se ven devorados en sus orillas como la orina de un vagabundo sobre la nieve

bocanadas de humo se vierten sobre las fotografías ennegrecidas en la pared sur

un ruido de bocinas se pierde a lo lejos como una jungla de otro continente

el vino se enfría muy rápidamente al igual que la piel desnuda que no alcanza a cubrirse por las frazadas o que en un movimiento involuntario ha sido despojada de su refugio

todo esto sucede con un dialogo secreto sin importar los cadáveres que se acumulan más allá, a lo lejos, como en otro continente.