Buenos días, o buenas tardes, o buenas noches

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miércoles, 29 de julio de 2015

Reescritura de Puente de Madera de Ximena Rivera



Un ejercicio sobre la transparencia

1

Me siento en los roqueríos
a frotar las yemas de los dedos
hasta dejar pequeñas huellas de sangre.
Tú me observas rodar sobre mi mismo
y asfixiarme con palabras como quizás.

Se Demiurgo que lo disfrutas
tal como disfrutas ver los planetas girar
y te divierte arrancar a tirones la hierba
justo cuando comienza a disfrutar la luz del sol.

Demiurgo: te materializas en mares y ríos
para erosionar metódicamente mi cuerpo.

Tú transparencia
es tu más grande abismo.

2

El misterio de abrir
y traspasar cada puerta
o girar a tal o cual lado
dentro del laberinto
se encuentra en lo que sigue sucediendo
en la habitación recién abandonada.

3

El peligro del silencio absoluto,
de la reunión de todos los silencios,
es que el tiempo se estira
y todo se vuelve hacia un estar
por ello escribes sobre esta hoja
y luego borras lo escrito
para escribirla una y otra vez.

4

La repetición que me asignas
es el espejismo de la palabra posible,
la flor que surge cada primavera
en el mismo jardín
conoce de su imposibilidad
mas no deja de soñar volverse mariposa.

5

De forma imprevista
accidento el orden interno de las cosas,
nuevas siluetas aparecen en la memoria
y sin ninguna intención
algo deja de ser algo comienza a ser.

Me gusta tentarte
pues se cuanto odias el azar
y cuan preso estas de la rigurosidad.

Entonces te vuelves hacia mi
y me quitas un trozo de pasado
lo engulles con doloroso placer.

Pues, sabes Demiurgo
que mientras me fragmentas
me acercas un poco más hacia el fin
pero a la vez me reconstruyes
en el vasto océano oscuro
que es tu cuerpo.

Y aun que cambiamos
ambos estamos presos el uno del otro
y yo, siempre estoy,
a punto de liberarme.





Entre la espesura de un campo de maíz

El vapor que se eleva de mi café
se funde al instante con el aire.
Más es la duración de la nieve sobre la nieve
antes de absorberse en la vastedad del blanco sublime.
No así, el agua sobre el agua
la cual asume la desintegración de la palabra
agua. Caminar sobre las propias huellas en la arena
es aplastarse a si mismo
en un rastro de signos desgastados.

El cuerpo adquiere forma
en el río que contorna las pisadas,
es una comunión de elementos
demás cosas ocurren por consenso
-lo transitorio, lo fragmentario-
La herida que desborda al cuerpo humano
alguna tarde de otoño
en la que intento conmoverme con la caída de una hoja
entonces la contemplo en su perpetuo circulo
y de alguna forma se
de modo indecible
que al abrirse una y otra vez la misma puerta
no se extingue el misterio.

El árbol que se deshoja
será otro, el mismo
un estallido circular
piedra blanca piedra negra sobre el agua.

El rocío de alguna forma se convulsiona
como si centenares de capullos les guardase
para liberar en una efusión, en un silencio.
La bruma me rodea por completo
y puedo correr sin limite
como en un tiempo anterior
los contornos se borran
y todo es agua sobre el Agua.

Luego está el gesto
intentar tocar algo
para autentificar su realidad
pero nada real se deja tocar.

La luz devuelve las formas
en algún punto
sabemos del trozo de noche
del misterio y la belleza
solo trozos
líneas que devienen
en figuras
en acciones
arquitectura de signos
en la que nos hundimos
como se hunde un cadáver
en la espesura de un campo de maíz.




Los objetos que moran

Esta tarde en que la lluvia ha adelantado la noche,
como si hubiese retrocedido una estación el tiempo,
la gente ha apresurado su paso por las calles
ello me ha dado la sensación de lentitud
de números que se alargan
de manecillas que se arquean hasta disolverse sobre los edificios
toda esa relatividad desvanece los cuerpos
hace dudar si algo permanece
es como si todo se dejara imbuir por las cronologías.

Entonces entro a mi habitación como a una ciudad
mas como a un universo
es decir un caos que late,
lo ordeno nuevamente
objeto a objeto
me relaciono
como si finos hilos de seda
nos regresaran al lago de la memoria.

Vuelvo a habitar esta casa
cuando en un lenguaje de silencios
una pequeña muñeca rusa
hace emerger una más pequeña
y otra menor, como un fino acto de reproducción
ambos nos recordamos
y somos el instrumento del otro
ella se recuerda madero
yo me recuerdo otro
sombra mía
y debo hacer un esfuerzo:
mirar mis manos en su hendidura
como si algún agujero les rondara
con un letargo logro habitarme
desde los objetos que me circundan
viajo hasta mi.

Luego acomodo algunas fotografías
que mas por auto convencimiento,
que por convicción, las hago pertenecer
como si reescribiera el pasado
con otros pasados que desconozco
entonces reoriento los muebles
hacia una nueva cardinalidad
y aparecen figuras que llenan los espacios
como pequeños animales
aves de humo
que estallan contra las paredes de mi cuerpo
y se disuelven en mi cabeza.

Las casas se habitan por esos objetos
que devienen en lenguajes
en códigos sanguíneos
por ello las habitaciones de transito
tienen ese aire nefasto a nada
como las piezas de hospital
hasta que son espesadas
por sus ocupantes.

Yo por mi parte
siempre porto viejos juguetes en mis bolsillos
con los que hago girar los espacios
hasta apoderarme de sus rincones
de sus sombras
y me oculto
me hago arena
me hago agua
me hago casa
y me pueblo
como quien puebla una palabra
hasta volverla su nombre.





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