No
es el rojo
Ni
el azul
Ni
mucho menos el amarillo
No
es el armario vacío
Ni
la despensa llena
De
cucarachas
De
ratones bajo la cama
No
es el blando
Placer
del cigarrillo
No
es la astucia
Ni
la estupidez
No
es la olla llena
Del
vecino
Y
el estómago vacío
Es
la incansable luz
Que
se cuela por las cortinas
El
sonido de patrullas
Y
las bocinas
Y
los motores que explotan
El
lento desgaste de la piel
Y
la sutil pérdida de la vista
Es
la soga
Que
se corta
Mordida
por las ratas
La
que me corta el sueño
Y
que me despierta
A
las 4 de la madrugada
Sin
saber en dónde.