El
recuerdo vuelve a dar nuevamente los mismos golpes
como
un boxeador los recibo con entereza,
mi
orgullo me impide cualquier emoción,
salgo
de la escena con la dignidad del guerrero
y
bajo mi preciado icono derramo una lagrima.
El
tiempo ha pasado y las manos me tiritan
me
cuesta arrodillarme en un rezo
y
los cánticos se han vaciado de todo significado.
Vivo
con personas cuyos rostros no reconozco
y
he comenzado a temer a los espejos
malos
sueños me persiguen
pero
no son míos, es otro el que los ha vivido.
Me
aterra salir de esta habitación y perder el camino de regreso
aunque
la idea de un accidente fortuito me parece confortable.
El
tiempo ha perdido su mesura
y
cada instante porta un infinito.
Lo
atroz del noticiero me divierte
como
una historia de ficción que transcurre en una mente enfermiza.
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