Esta
primavera no florecieron los mirtos
y
mi corazón envejeció diez años.
Los
caballos permanecen sepultados bajo la escarcha
el
eje de la órbita de mis ojos se ha movido
y
la noche ha durado toda una temporada.
He
gastado las horas de lluvia en cavilar sobre la muerte
trazar
mapas en el corazón oscuro de la geometría egipcia
y
describir los campos que se extienden ante mis ojos,
nuevas
ciudades irrumpen sobre las calles
eclipsando
las casas y la vida
el
desamparo se propaga como la noche cerrada del bosque más salvaje
no
hay viaje ni huida
pues
las ciudades han edificado
dentro
de los cuerpos cadavéricos de sus habitantes
-un
modo de andar el tiempo muere
devorado
por las fauces de lo que aún no nace-
La
nieve ha cubierto los senderos
algo
se abre bajo su manto
donde
buscar el secreto nombre de las cosas
pero
los talismanes han perdido su signo
y
la espesura de la penumbra ha apagado la música de los colores
las
personas murmuran a lo lejos
frágiles
ante la transparencia
:Todos
estamos solos en la muerte
buscando
ese viento que arrastra la lluvia de la infancia
con
el aroma a Mirto que acaba de florecer.