Dejad
de esconder la cara
en
ese pútrido cuadro en reposo
la
confortable niebla alógena
inunda
las casas de humo de defecación.
Es
tiempo de coger el martillo
golpear
el reflujo de concreto
cubrir
el rostro con la miel de los gusanos
fructosas
mermeladas de los sepulcros.
Hacer
la señal olvidada con los dedos
esa
sincrética piel
que
no cabe más en el cuerpo.
Quebrar
la puerta roja
donde
se abra el silencio
un
silencio tan bellamente azul
como
solo puede ser la ausencia.
Un
tiempo hubo en que los bosques
recibían
los ríos de vinos
y
la tierra arrojaba sus vapores aromáticos
mas
la complacencia del hipnotismo
ha
hecho rebuznar donde había canto.
El
gran martillo luminoso
abre
la noche plateada
habrá
lluvias sobre las lluvias
un
barniz que nos inunde
hasta
que no haya más rostro
Coged
este signo
que
respira su transparencia
el
precipicio
no
puede ser más escabroso que todo esto.
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