Se
levanta una brecha
con
ese triste personaje que interpreto
día
tras día
en
las postrimerías de mis ojos
una
llaga azul se abre camino.
La
espalda levemente curva
una
distancia insalvable
entre
lo que la carne pide al cuerpo
y
la máscara que se apodera de mi rostro.
La
noche llega
y
sueños ajenos me rondan
jardines
de otro reino florecen,
como
signos gregarios de barro,
animales
imaginarios se deshacen en el oleaje
mas
no hay trinchera
donde
defenderme de las aguas de la rutina.
Ese
personaje se apodera palmo a palmo
mascada
a mascada desmiembra mi carne
y
ya no queda más
solo
una sonámbula masa que se arrastra
por
los anuncios y las vitrinas.
Un
dedo tembloroso que recorre hojas de periódicos
administra
fechas y espacios
de
un cementerio que yo mismo cimento.
Con
imperceptibles gestos
se
va deformado mi rostro
como
una casa
que
remodelación tras remodelación
se
ha vuelto polvo bajo el cemento.
No
hay objeto alguno
olvidado
en algún oscuro rincón
que
me haga volver
al
país de la infancia.