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sábado, 2 de abril de 2016

Los fuegos del amanecer




Nos iremos de esta isla
el día de mañana
guardaré cada uno de nuestros nombres
y caminaremos sobre la espuma
dejando leves pisadas
que al instante el mar desvanece
con los infinitos dedos del Leteo.

Los frutos del jardín
se pudrirán antes de caer de las ramas
y arrojarán su miasma febril
a las raíces húmedas de la tierra
expulsando los gusanos y las larvas
en un magma blanquecino
de emanación sulfurosa
las crisálidas beberán ese aire
las mariposas se desangrarán
como aves a medio salir de sus huevos.

Caminaremos
pensando en el cajón del velador
en la lámpara que quedo sin apagar
confundiendo a los fantasmas
que se estrellan grises
ante el penoso sueño
vacío de soñadores.


Nos marcharemos mañana
con todas las mascaras en los ojos
mirando hacia la caída del mundo
extenderemos nuestro aliento
como un cardumen de alevines
transparentes fluorescencias
en la arcana boca del océano.

Nos marcharemos mañana
mi corazón late como una espina
se inflama hacia su centro.
Un puente mudo estrecha los muebles
como una atmósfera circular
el cuarto se eclipsa hacia las pupilas
los insectos arden sobre las lámparas
envejecidas estrellas agonizan al amanecer
las puertas se abren se cierran
giran sobre sí mismas
hasta caer oscuras como ataúdes.
Nuestros pasos
tienen aroma a tierra
a flores de cementerio
que llenan las habitaciones.

Nos iremos esta mañana
quebrando el ruido de la vida en los caracoles
con sus espirales laberintos.
Sentiremos en la piel el eco de rituales
carneros preñados de sueños
miran hacia el cielo
en el eclipse de nuestras pisadas
el nácar se triza
se incrusta en nuestros cuerpos
y no hay minotauros ni teseos
en el fuego agónico de la memoria.

Partiremos dubitativos.
Los nueve relojes giraran a destiempo
los caballos ansiosos desbordan la barca.
El agua feroz del devenir
se evapora fuera de las bocas.
Los tigres de la noche
no bajan a los bosques.

Antes de salir
sentados en torno a la oscuridad
llenando las horas el tejido del aire.
Mi corazón desea arder
desbordar las copas
avanzar espasmódico y sereno
como si deviniera en tierra
como si deviniera en bosque.

La puerta se cierra
toda intención queda soterrada
la sal va cubriendo la piel
se pega al paladar
lentamente la sequedad se humedece
mientras el dialogo de las aves
acalla los pensamientos.

Nos iremos esta mañana
entre las velas plateadas
que flamean sobre el mar
los albatros con sus alas desplegadas
se volverán inmensos
cubrirán nuestra respiración

extinguirán
todos los fuegos de esta mañana.


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